Tuesday, September 20, 2011

Maurice Sparks y sus relatos, material de primera

  La Internet nos ofrece a los escritores un instrumento insuperable, casi diría que mágico, para dar a conocer creaciones, ficciones y divagaciones. Y para lograr promoción, claro. A veces me pregunto cómo se las arreglaba la gente para buscar información, para conocer y ser conocida, en los tiempos pre-googlicos, que ya parecen tan remotos.
  Gracias a la gran vitrina internaútica que conforman los blogs leí por primera vez Los Relatos de Maurice Sparks, en la bitácora del mismo título. En ese momento no sabía nada del autor que se ocultaba detrás de tal seudónimo, pero aquellos cuentos, certeros como pistoletazos bien dados, me parecieron fascinantes. Ahí, me dije, ahí hay tremendo material. Más tarde me puse en contacto con el escritor, Ernesto G., y resultó que habíamos estudiado inglés en la misma facultad, la de Lenguas Extranjeras de La Habana, y que teníamos amistades comunes. Así de chiquito es el mundo, y no sólo para los que vivimos en Taos.
  Por suerte para sus lectores, Ernesto G. ha reunido una selección de sus historias en un volumen impreso. Y ésa es la razón por la que tengo ahora en mis manos una edición cuidada y muy bien hecha (como todas las de Silueta) de Los relatos de Maurice Sparks. La portada, con una bellísima, evocativa ilustración de Daphne Rosas, es el complemento perfecto para la primera frase: “cualquiera es un Maurice.”
  Todos, todos los cuentos que forman el libro están perfectamente cincelados. Pero una, claro está, tiene sus favoritos. “Las buenas razones” es el mío desde que lo leí en el blog, por esa nota subliminal que tiene y que se queda dando vueltas en el cerebro. Otro que trata de la relación entre el amor físico y la escritura y también tiene mucho aché es “Mensajes.” Me gusta la filosofía a lo cubano de “La caída de la manzana,” “El señor y sus visiones” y una serie de bolígrafos de colores. Y “Ciertas instrucciones necesarias” ofrece, burla burlando, una visión muy clara del panorama actual. Ah… ¡y no se olviden de leerse los dos “Manuales para extraterrestres”!
  El libro está dividido en tres secciones: “Cualquiera es un Maurice,” “La primera vez fue en el carro” y “Los efectos secundarios,” perfectamente definidas, con sabores y olores peculiares, si me permiten la sinestesia. Los cuentos que aparecen en una no podrían, me parece, ser incluidos en otra. Pero no les quiero adelantar más…
  Como decía al principio, la Internet es un instrumento inmejorable para la promoción de los escritores y no ceso de preguntarme cómo nos las arreglábamos en los tiempos pre-googlicos. Pero ojo, que no hay nada como el papel impreso, el libro caliente y recién sacado del horno editorial, para disfrutar la lectura.   Y éste es el caso de Los Relatos de Maurice Sparks, que recomiendo encarecidamente a todos. Ahí hay material, sí, señor, y de primera clase.
Teresa Dovalpage Taos, septiembre de 2011


Teresa Dovalpage, Ph. D.
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